Quién soy

Mi nombre es Pilar, y soy madre de día en El Arrullo y madre también de un precioso niño de 6 años.
He estudiado dos carreras universitarias y mi vida profesional hasta hace unos años estuvo ligada siempre a una oficina, hasta que tuve la oportunidad de cambiar de rumbo y comenzar una etapa diferente.

Todo esto realmente se había iniciado mucho antes, con el nacimiento de mi hijo, un ser maravilloso, increíble, lleno de amor, generoso, un pequeño sabio que nos da grandes lecciones de vida y que nos llena de felicidad.

La maternidad es una auténtica revolución, un cúmulo de emociones y sensaciones nuevas, un montón de planteamientos y replanteamientos, de información que te va llegando y que vas cogiendo o rechazando según tus intereses. Y fue en esta época de cambios cuando me planteé que había que hacer las cosas de manera distinta con los niños y ofrecerles lo que verdaderamente necesitan.
Durante la búsqueda de otra forma de hacer las cosas con los pequeños conocí a  las madres de día a través de un reportaje en una revista. Ese día vi la luz, me pareció algo maravilloso: el trato exquisito hacia los niños, la sensación de hogar, los vínculos que se forman, el acompañamiento respetuoso, atento y cálido y pensé que eso era lo que quería hacer.

Busqué información sobre las madres de día y vi las diferentes asociaciones que hay en España, la Red de Madres de Día, las iniciativas que estaban apareciendo y sobre todo que todas teníamos una misma visión sobre la infancia. Por eso y decidida a seguir este camino me matriculé como técnico en educación infantil, y a esto le siguieron muchos cursos, muchas lecturas y mucha formación, que continúa y continuará y que me ayuda a mirar de otro modo, a cuidar y acompañar a los niños de otra manera.

Conocí a otras compañeras en Zaragoza que sentían las mismas inquietudes que yo y tenían ideas similares sobre la infancia y la crianza respetuosa y fundamos la Asociación de Madres de Día en Aragón, con mucha ilusión y ganas de hacernos ver y de dar a conocer esta profesión, y con la misma ilusión decidí también abrir mi casa a los niños y a sus familias y convertirme en madre día.

Estoy encantada con la decisión que tomé. Estoy contenta con lo que hago y en cómo he llegado hasta aquí y me gusta pensar que es posible que a los niños que estén a mi cargo les quedará una huella en algún rinconcito, de la madre de día que una vez cuando eran pequeños les cuidó con tanto cariño y dedicación.

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