El Arrullo

Un arrullo es una canto tranquilizador que se hace a un niño al que se tiene en brazos mientras se le balancea, mece y abraza; es también una prenda que envuelve a los bebes y que les da seguridad y reconforta. De esta manera es como quisiera que se sintiesen los niños en mi Arrullo, abrazados, queridos, protegidos y tranquilos, un lugar donde puedan ser ellos mismos.
 
El Arrullo es donde vivo con mi familia, y me gustaría que los niños que vinieran se encontraran como en su propia casa durante el tiempo que sus padres no están y que las familias puedan entrar cuando quieran y quedarse el tiempo que necesiten.

Está en el barrio de La Azucarera, la casa es espaciosa y luminosa, y está dentro de una urbanización. Estamos además rodeados de parques y zonas peatonales por lo que el paseo diario está asegurado.
¿Qué hacemos en El Arrullo?
En El Arrullo jugamos, cantamos, nos abrazamos, leemos cuentos, experimentamos, bailamos, saltamos, nos escondemos, nos reímos, y todo lo que se nos va ocurriendo.
Intentamos llevar un día a día en el que los niños sepan en cada momento lo que sigue a continuación porque todo ello le va a dar seguridad, siempre dentro de la flexibilidad y del respeto al ritmo de cada uno.
Normalmente se empezará la mañana con momentos de juego libre, de experimentación, seguido del almuerzo. Luego saldremos al aire libre, siempre que se pueda, dentro de la urbanización o en los parques cercanos, por el camino observaremos la naturaleza, hablamos del tiempo, del paisaje que vemos, los árboles, los pájaros, jugamos con tierra, recogemos hojas, palitos, escuchamos los sonidos de la ciudad... Después volvemos a casa, a algunos los vendrán a buscar y otros comerán conmigo y se quedarán hasta que sus padres les vengan a recoger.
En El Arrullo los niños van por toda la casa, tienen materiales para ellos y pueden jugar libremente. Es muy importante para mí la observación de los niños y sus juegos para poder ofrecerles lo que necesitan y les interese, por eso El Arrullo está en movimiento y va cambiando según las necesidades de cada uno y el momento evolutivo en el que están.
El ritmo en la casa es tranquilo, sin prisas, sin” vengas”, sin “corre”, disfrutamos del momento y de las pequeñas cosas.

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